Para Alex Renderos, investigador y docente de Arquitectura en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), con especialización en vivienda, hábitat y planificación urbana, la causa principal del difícil acceso a una casa digna para las mayorías en El Salvador es que no hay una conciencia social de la vivienda.
Pasa de ser un derecho humano a una mercancía y de esa concepción proviene el tipo de oferta que hay en el mercado hoy en día.
“La vivienda que se está construyendo es para un sector de la población, pero el sector que realmente la necesita no tiene acceso. La oferta es menor y la demanda es mayor, por ley de mercado los precios de la vivienda van a subir”, valoró.
Según el experto, los salvadoreños que buscan una vivienda nueva son normalmente los que ganan debajo de cuatro salarios mínimos y por lo tanto difícilmente pueden acceder a un crédito hipotecario por los medios tradicionales.
Explica que en El Salvador se ha llegado a tener más de 500 mil viviendas en déficit, es decir, que en 20 años se ha duplicado el número de vivienda que se necesita construir. A esto se le suma el problema de cómo el Estado adopta esta deuda histórica con la vivienda social.
“Las políticas del Fondo Social para la Vivienda acaban de ser reformuladas hace poco. La ministra de Vivienda (Michelle Sol) dijo en público: ‘vamos a ampliar el techo de la vivienda para que todos puedan acceder; vamos a prestar hasta 125 mil dólares’. Pero el punto no es subir el techo de los préstamos. La gente con cuatro o cinco salarios mínimos puede acceder a 25, 30 y quizás al máximo de 35 mil dólares, siendo bastante sacrificados”, afirmó.
La palabra vivienda no solo tiene el significado de cosas tangibles, como por ejemplo los materiales de los cuales está construida o su ubicación física; también engloba la necesidad de estar dentro de un hábitat adecuado para el desarrollo humano.